El presidente electo y la educación

Si un gobierno no le apuesta a la educación, entonces estará creando una nación fracasada y débil, de ciudadanos frustrados y resentidos sociales, esto no es un eslogan electorero, es una realidad cruel, pero realidad al fin.

Lamentablemente en el proceso de campañas electorales y en el de los debates previos a la justa electoral, los conceptos educación y cultura fueron algo así como palabras de relleno, pero la verdad se impone y los que menospreciaron la inteligencia del magisterio, los que engañaron a este noble gremio, perdieron, y seguirán perdiendo cuantas veces lo engañen.

Hubo un desdén por debatir y proponer acerca del futuro de la educación en México, por eso los 30 millones de jóvenes los que ya están en edad de votar no creyeron tan fácilmente en la tan cacaraqueada democracia moderna, no se sienten identificados ni atendidos, porque han truncado sus estudios unos y los que ya han concluido un nivel educativo son simples desempleados.

Los aspirantes a la Presidencia que no atendieron las necesidades de una sociedad que espera un proyecto nacional tomando a la educación como la mejor arma para el presente y el futuro de la economía de un país, fracasaron por insensibles.

El presidente electo tendrá que reflexionar con una serie de interrogantes por resolver. ¿Qué va a ser de este país en materia educativa?

¿Es justo que gane más un policía que un maestro? ¿ Cuántas escuelas necesitamos para combatir la desilusión educativa de un amplio sector de la población?

¿Cuál será el futuro de la educación pública, de las universidades?

Estas interrogantes son para los ganadores y también ellos tendrán que responder.

Ahora sí, se debe priorizar el área educativa, a la cabeza del sector debe estar uno de los mejores hombres del presidente, sin vacilaciones y sin bomberazos.

La educación y sobretodo la educación pública sí cuenta, hasta en las urnas, y si no, allí están los hechos.

Año 4 Num. 49 Fecha de publicación: Junio de 2006